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23:14

Alas irisadas, ojos burdeos, lomo gris a rayas, la mosca traza cuasirectángulos, ya hace un rato, en el centro de la habitación.

Rompe su efímera rutina para ir a posarse en el reposabrazos derecho de mi butaca de leer, donde se frota las patitas con gesto pausado.

Apunto con el libro cogido firme por el lomo y la aplasto de un golpe.

Levanto el libro y la veo languidecer de lado, un ala doblada, la cabeza girada en un ángulo imposible y sacudiendo la patita del medio entre el tic y el estertor.

Vuelvo a mi plano, paso la hoja y sigo leyendo, y dice: mientras camina a zancadas bajo los árboles enfundado en su traje de domingo. Desdeñada o mal comprendida, lo cierto es que la esposa de Eccles le ha estimulado, y llega a su apartamento rebosante de lujuria.

Punto y aparte.