Cuaderno de San Lorenzo

A continuación presentamos la transcripción íntegra del cuadernito rojo que dio origen a Mundo Du.

¿Que cómo fue? Pues verán, aprovechando las vacaciones de verano de 2003, servidor visitó Huesca durante las fiestas de San Lorenzo. Allí me hospedé en casa de Berta (gracias, guapa) junto con el amiguete Bazilo.

Era una tarde calurosa, estábamos cansados tras una gran farra y (muy ilusamente) pretendimos echar una siesta. No pudo ser. La ciudad —y las casas— era un horno, así que, cansado de sudar, abandoné el colchón con la sana intención de fumarme un canuto y escribir algo. Bazilo tampoco podía dormir —acosado no solo por el calor, también había charangas— y se apuntó, tanto a la escritura como al fumeteo.

Resultado: en una tarde escribimos unos 40 cuentitos —buenos, malos, regulares, extremadamente malos—, al día siguiente continuamos (Berta incluida), creo recordar que al otro también.

No nos vimos en una temporada, pero sí hablamos de montar (por fin) una web donde publicar nuestros desvaríos. Finalmente, el cuaderno rojo volvió a mis manos y gran parte de su contenido fue a parar a Mundo Du. Para curiosos muy curiosos, he aquí, como decíamos, la transcripción completa (en el cuadernito se reconoce a los autores por su letra, a fin de mantener la fidelidad al texto original —que no menciona nombres— nos limitamos a diferenciar los cuentos de cada cual mediante sutiles cambios de color).

Choan

Huesca, ¿15? - 8 - 2003


Despierto y descubro que mi polla se ha alargado interminablemente hasta atravesar el techo. Una erección de unos tres metros descomunal me mantiene inmovilizado en la cama. Aunque no alcanzo a verlo, Noto un calor una humedad reconocible y mi cuerpo sorprendido escupe, repentinamente escupe, noto el esperma atravesando metros y metros de pene inexplicable.

—Mamá, hay una polla en la maceta de la maría sopa.

—Cómetela.


Para dormir la siesta, uno cierra los ojos, relaja la respiración y busca en el archivo un pensamiento bucólico y relajante, para que la cabeza no cabalgue sola a su antojo y llegue a mal puerto... Por ejemplo, una liebre azul en un campo de bergamota, y surge la duda... ¿Cómo es la bergamota? No puedo imaginar un campo de bergamota si nunca lo he visto.

Probamos otra vez (si suena Marcial eres el más grande por la ventana, es jodido poner la mente en blanco y buscar archivos agradables), un río pulcro y lindo, encaminado entre robles... Me viene a la cabeza el Huerva al desembocar en el Parque Bruil, huele a vómito al sol... buf.

Tercer intento, un banco en la plaza de un pueblo, a la sombra de la pared de atrás de la iglesia, respiro a pino y escucho pájaros y jadeos. Dios, jadeos; rodeo el murete de piedra y entro en la iglesia...

Creo que me voy a levantar, voy a escribir toda esta mierda y me voy a hacer otro porro.


Intentos anteriores habían resultado nulos sido vanos, pero este sería el experimento definitivo. Por fin podría almacenar el calor sobrante en una maceta y conservarlo, con sal, para el invierno.


Sucedió que el lunes un destello azul visitó nuestro salón y la cuerda de re, la cuarta, desapareció sin dejar rastro, señas ni armónicos.

Ayer recibimos postal suya: aprende suomi y cocina unos tallarines deliciosos que promete cocinar pronto para todos nosotros. También para ti.


No es que me importe que me mengüe la oreja, no he sido un tipo muy preocupado por su aspecto personal, no voy a serlo ahora. El problema es que no me apoyan bien las gafas y me están haciendo rozadura en el puente de la nariz. Natalia, mi pregunta es ¿debería decirle que le quiero, o aún es pronto?


Queridos tíos:

Os envío la séptima plaga. Espero que la sexta fuera de vuestra entera satisfacción.

Publicado en Mundo Du como Nota adjunta al envío

Libra: hoy los astros estarán contigo. John Lennon se beberá tu cerveza, Bob Marley se fumará tus pistos, Luis XVI se comerá tu mejor queso y Torquemada te diseccionará. Sal a la calle con un arma, mínimo nueve milimetros y hazte fuerte en el Sabeco antes de que controlen todo.


Ya sabéis que mi padre es un gran amante de la naturaleza. El día que el tío Tomás quedó parapléjico, pensó que sería buena idea visitar Monfragüe en familia para ver de cerca a los buitres.


Lo primero que hay que comerse son los ojos, porque es lo primero que se echa a perder. Así que si nos vamos a comer a Lucas, id sacándoselos, que lleva tres horas muerto.


No fue fácil conseguir los leones, pero mereció la pena. Encontrar los cristianos resultó más sencillo.


La pared es blanca y me gusta chuparla, porque sabe un poco como los huesos del pollo, pero con polvo. Es que tampoco tengo mucho más que hacer, la verdad. Por lo menos hasta que abran el grifo y entre el gas.

Publicado en Mundo Du como La pared

—Mi nueva Zumboblaster zumba más y más blanco, así que apártate, cretino.


Sonó por la radio el Cascanueces de Tchaikovsky; lo reconocí porque mi madre lo ponía en el tocadiscos cuando era niño. Confieso que un atisbo de ternura me hizo sonreir, pero seguí apuñalándola.

Publicado en Mundo Du como Un atisbo de ternura

Empecé a desconfiar de la gente, a tener miedo... y con razón: un día me robaron el ojo.

Afortunadamente la Seguridad Social se hizo cargo de reemplazarlo por una bolita de cristal que guardo en el culo cuando duermo. No quisiera que también me la robaran.


El haba gigante crece en mi jardín. Sube hasta una nube que hay en el cielo azul, raso, inmaculado, si no fuera por la nube. En ella cuentan que hay un castillo de un enorme ogro que devora a la gente y juega a las canicas con sus cráneos. Tú te crees?... Menuda gilipollez. Si es que la gente se aburre mogollón.


Tras eliminar todo rastro de vello de mi cuerpo, confirmé mis sospechas de que era un gusano.


La última vez que meé desde el puente de una autopista un camión descarriló, se salió y arrolló a tres ancianitas. Desde entonces solo cago; es mucho más divertido si aciertas.


No fue intencionado. Simplemente no conocía el significado de las rayas blancas que cruzaban el asfalto. Pero bueno, ellos deberían haber tenido en cuenta que no resulta fácil frenar un carro de fuego.


Cuando los oí llegar salí al balcón. Venían tres helicopteros llenos de pájaros exóticos. El más alto dijo «¿Quién de vosotros es eterno?» «Estoy yo solo en este balcón», respondí. Me miró con cara de desconcierto, le invité a pasar a tomar una copa de vino. Hicimos el amor hasta el amanecer. Marchó volando por encima de los tejados sobre un cielo que ya empezaba a dorarse y me oí llorar.


Para ser de Tauste no era un mal mesías. A todos asombraba convirtiendo el agua en Somontano (del 96 o el 97, según el gusto del demandante).

Pero no conseguía transformar melones en sandías ni sandías en melones, así que le capamos la boina.


—Me tienes harto, no te mueves ni para ir a por agua, te doy todo mi cariño y solo me generas amargura... Así no puedo seguir, no espero que seas apasionada, porque sé que tú no eres así, pero...

Sonó el portero automático y se levantó a abrir.

—Preguntan por ti —y como siempre nada, la adelfa no movió una hoja.


Estaba terminando de comer cuando una cigüeña entró por el balcón y me pidió un cigarro.

Menos de dos minutos después, regresó para pedirme un papelillo.


El mimo llegó a su casa tarde y borracho. Hace tiempo que venía temiéndoselo y bebiendo para no verlo. Cuando abrió la puerta del dormitorio se encontró a su mujer en la cama con el elefante del circo. Como los mimos no gritan, gesticuló histérico. No pudo hacer demasiado, un elefante pesa mucho.


El día en que prohibimos la audición del Adagio de Albinoni los martes pulsamos el botón de la cuenta atrás.


Amalia sabe caminar con los dedos índice y anular de sus manos derecha e izquierda. Cuando va borracha no se atreve porque se cae, pero cuando va un poco, así, fumadilla, te echas unas risas con ella. Anda, pásame las tijeras de podar, que están allá, en la estantería de la caseta.


Entre el montón de periódicos viejos se veía algo extraño. Eras tú.


Se vende jotera: buena presencia, impecable vibrato, con mantón, moño y pendientes. Consume poco. Diésel. Aire acondicionado, infinitas posibilidades en fusión con house y drum’n’bass. 6,5 W + graves. Precio a convenir.

Publicado en Mundo Du como Ofertón

El día que papá me regaló un extintor me puse tan tan contento que prendí fuego a la cama de hermanita.

Publicado en Mundo Du como Regalo de cumpleaños

Me levanté para vaciar el cenicero, lleno a rebosar de cascaras de pipa. Abrí la puerta de la cocina y el espectáculo que se abrió ante mis ojos fue fascinante. Sin pensarlo entré en el cuadro y ahora cuelgo feliz, saludando desde el barco que entra a puerto, en la reproducción cutre de acuarela que sujeta el mes de agosto al calendario.


No nos gusta Lucía, nunca nos ha gustado. Si nos la comemos es porque mi madre es muy severa.

Publicado en Mundo Du como Lucía

Querida Elena:

Te escribo para dejarte, supongo que porque no toleraría decírtelo mirándote a los ojos. Siempre he sido un cobarde, ya lo sabes. Volví al caballo. Me llamó y me llamará siempre con su canto de sirena que enloquece y no deja razonar, ni girarte e irte. Espero que esta vez, por lo menos, sea para siempre y me lleve a morir a alguna plaza bonita en una calle de Tendetes, en Valencia, San Pablo, en Zaragoza, o La Mina, en Barcelona. Hasta entonces, mis mejores deseos de que rehagas tu vida.

Te quiero.


Construímos un pequeño zulo en casa, entre toda la familia, para jugar a los secuestros. La primera en pagarla fue abuelita. La tuvimos 443 días a pan y agua.

Publicado en Mundo Du como El zulo

Le gustaba pastar en la pradera de detrás de mi jardín. Al principio rehuía mi presencia, pero se fue acostumbrando a mí. Fue ir soltándose y cogiéndome confianza y me contó que trabajaba de profesor de derecho penal en la facultad. Un día se quedó a vivir; desde entonces dormimos en el establo.

Publicado en Mundo Du como Detrás de mi jardín

Mi primo René enseña a los ciervos a conducir trenes. Tal ocupación persigue reducir el índice de error humano como causa de accidentes ferroviarios.


La ranita era verde y pequeñita, creo que de San Antonio. Para mi historia no es relevante, pero me ha parecido urgente contártelo antes de que cruces esa calle. Me dio las gracias, y cruzó. Una ráfaga de viento la elevó del paso de cebra y voló por encima del tejado del edificio del Seminario. La seguí con la mirada, hasta que la perdí en un punto entre la torre de Telefónica y la Avenida Hispanidad.

Ahora vive en Burundi. No sé si lo sé o lo intuyo. Burundi.


Un día, dios me pidió que comprara una motosierra, fuera al bosque, talara un árbol y rezara tres avemarías.

Pero no sé qué es un bosque. No sé qué es un árbol.

Publicado en Mundo Du como Cosas de dios

Ana, la niña caprichosa, fue de paseo a la tienda de animales de compañía, para comprar un collar con cascabel para su gato Viernes. Volvió a casa con dos panteras negras, un coyote, dos leones, un tigre, tres jaguares, un loro gris, un hamster y dos amebas. Llegó a casa, los cocinó de tres maneras diferentes e hizo una fiesta.


—Hay una cigüeña en el balcón que pregunta si le podemos vender porros.


Cantan, bailan, ríen, juegan. Estos niños ni siquiera saben qué es el gas mostaza.

Apunto y disparo mi bote de ketchup.


Un, dos, tres comienza otra vez, la fantástica fiesta de la vida, con fuegos artificiales de colores viajando por encima de los tejados, la luna se encarga del resto. Vi esa tarde algo que no deja de sorprenderme en esto momentos. Un gato negro que me miraba desde la cerradura de una puerta chiquita que daba al otro mundo y decidí colarme allí. Te lo cuento desde éste, mi mundo paralelo.


La luz entra cegadora porculizando. Le disparo y sigo durmiendo.


La enfermera mira por la ventana, enfundada en su bata blanca, la ventana.

Y observa desbordada el espectáculo del desierto ante ella. Grazna un par de veces y sale a buscar el primer gusano de la mañana para sus crías de alimoche.


Es tan sencillo hacerlo todo mal que ni siquiera tengo que esforzarme.


Detrás de esa puerta duerme ella, permanezco delante de la puerta horas y horas cada noche sin atreverme a abrirla. Rozo el pomo apenas y alejo la mano, una y otra vez.

Se abre la puerta y sale ella, desnuda.

—Vacilo, ¿qué haces aquí?

—No sé, estaba pensando...

Ay, no te rayes y vuelve a la cama conmigo que tengo frío y me tienes que abrazar.

—Sí. Voy.

—Voy a hacer pis.


Fumaba un porro en un banquito de Enric Granados. Un papá noel vino y me echó.


Si odiar a los demás fuera tan fácil como odiarme a mí mismo, quizás tal vez no fuera tan ciclotímico.


Los cooperativistas de la denominación de origen Campo de Calatayud adiestran perros (los gos d'atura son los mejores) para recoger la uva. Los perros no quieren dinero, se conforman con comida y cariño.


Hay gente con suerte y gente sin suerte. Yo soy de los segundos; juegue a lo que juegue pierdo. Ayer perdí todo lo que traje, antes de ayer igual y hoy más de lo mismo. Pero el caso es que no sé parar a tiempo, me lanzo a apostarlo todo, euforia en mi cabeza y adrenalina sacudiendo la bomba y vuelvo a casa sin alma y con los bolsillos vacíos. Ni canicas, ni chapas. Abro la botella de litro de cerveza del Consum y le doy un trago largo.


La venganza y la adicción son muy putas. Dios me hizo misericordioso y manso; por eso elegí ser adicto.


A días, el camino de baldosas amarillas que va a Oz se convierte en escalera de caracol sin pasamanos. Hoy Dorothy no canta.


La idea de comprar un búho real surgió de mi hermano. Hay que reconocer que cumplió su papel: que los gatos no entraran en el huerto, porque se meaban en los tomates nuevos, verdes, incipientes. El problema es que ahora que no quedan gatos no podemos salir de casa. A mi hermano se le ha comido tres dedos, a mí un ojo y una oreja. Esperamos, vehementes, que pronto migre a por alimento, a otro barrio, o a otra dimensión.

Publicado en Mundo Du como El búho real

El príncipe azul besó a la princesa y se convirtió en rana, hasta aquí todo normal, predecible. El problema es que no sabía usar las branquias. Se tambaleó, cayó de lado y murió de asfixia.

Publicado en Mundo Du como El príncipe azul

—Ave María purísima...

—... sin pecado concebido.

—... padre, tengo una duda... cagarse en dios está mal ¿no?...

—Hijo mío, es uno de los pecados capitales. No usarás el nombre de dios en vano.

—... pero, dios está en todas partes... y no me cago en el water dos o tres veces al día. Quiero decir... si dios está en todas partes, me cago en él... ¿no?

—... —un suspiro de resignación eclestial y silencio, el de buscar respuestas simples a preguntas difíciles.

—... entonces si lo haces no pasa nada, el problema es decirlo... no está mal pecar, sino decirlo después,... contarlo...

—... Sí, en general así funciona el tema, hijo mío.

—Gracias, padre.

—Que te jodan.


Me destroza. Su boca me llena de alfileres y cuchillos, su ojos y sus manos me acarician. Salgo por la puerta misma de las mil últimas veces y me pido un respiro, un tiempo, sabiendo que volveré mañana y al otro, a por mi ración de alfileres y caricias, en una historia repetida tantas veces y tan lamentables que ya no sé si soy Vacilo, Choan, Esther, Pere, Bizén, Oscar, Pierre, Petar, o si esto es Uesca, Valencia, Tudela, A Coruña, Ljubljana, Pau, Escaldes o Granada. Como la polilla a la luz de la hoguera, ciega, estúpida, patética...


A veces no sé si escribo para descargar mierda, para matar el tiempo o para evadirme. Seguramente, las tres razones corren por la pista; aunque a veces lleva una, u otra, u otra el oro, la plata, el bronce.


Sobre la mesa de madera se extienden los papeles desgastados por el uso del desuso, de no saber qué escribir. Se van cerniendo sobre las crines mares de sin-sentido y los papeles caen al vacío y yo los veo caer, como las hojas en otoño que se van secando, y al caer al suelo pueden mimetizarse con las baldosas color caramelo de café con leche, fruto y producto del desuso de los zapatos gastados.

Así, esta hoja en blanco con líneas horizontales tiene un destino.


Juan Carlos Sanromán Blesa entró en el restaurante italiano de suelo, paredes, mesas y sillas de madera dispuesto a morir comiendo. Pidió la carta entera: todas las ensaladas, una pizza de cada y una fuente de pasta diferente para cada salsa. Le sacaron la primera botella de Lambrusco y las tres primeras ensaladas y se las acabó en un abrir y cerrar de ojos. «Esto va muy, pero que muy bien.» Lo que Juan Carlos no sabía era que antes de decidir él morir comiendo, dios decidió que el infarto cerebral llegaría antes de que le sirvieran los primeros platos de pasta.

Hay veces en que el destino está escrito en bajo relieve.


¿Cómo empiezan las mañanitas de San Juan?

Se quemaron los despojos, las nostalgias, los barcos demasiado rimbombantes de señores con traje y señoras con corsé, la montaña rusa se queda como estática, se congela, pero sin pasar desadvertida, y hay un punto de inflexión. Observas las brasas del día anterior y aun te lanzas a recuperar ciertos trozos que te alegras de que no se hayan quemado. Y allí, a un ladito, está el oso de peluche que lanzaste casi sin darte cuenta fuera de la hoguera (¡o quizá si te diste cuenta!), un poco chamuscado por la orejas, pero permaneciendo.

¡Quién sabe, puede que al año que viene la hoguera sea más grande, o tu puntería menos distraída.


Por el paseíto del río con su arboleda caminan Hamlet y Ofelia cogidos de la mano.

—Llevo muchos otoños viniendo sin llegar... —dice Ofelia sin mirar a Hamlet.

En Latinoamérica matan a la gente pero no matan a la idea; aquí, en Europa, matan a la idea y dejan a la gente.


Joder, estaba realmente enfadada. Derramó la gasolina, prendió fuego a la casa incendió la casa y se la comió.

Ardor de estómago.


Han jodido Zaragoza. Hace cinco o seis años tenías garitos abiertos cualquier día, entre semana, por lo menos hasta las seis, que ya podías ir al Sena a almorzar un par de huevos fritos con jamón y a sobarla a casa, guapamente... Ostia puta, mira tú, un jueves, las cuatro de la mañana y el Zeta chapado, ni Cristo por la calle. Lo que te digo, han jodido Zaragoza.

Pensaba el abuelo, jubilado y viudo, volviendo a casa despacito, con la gayata en la derecha. Anda que no queda hasta que amanezca...


Ese año el concurso de comedores de alfajores fue un espectáculo magnífico.

Tan solo superado por el gran campeonato de diabéticos moribundos.


En un principio mamá pasó por alto el hecho el gasto que había supuesto la instalación de la piscina y los artefactos necesarios para la comodidad de la gran ballena azul que mi padre había decidido adoptar.

—A mí no me parece azul —decía tío Tomás.

A mamá tampoco le importó que mi padre comenzara a pasar las tardes en el jardín, bebiendo cervezas y charlando sobre Schopenhauer con la ballena acerca de Schopenhauer.

Pero cuando mamá descubrió que la ballena estaba preñada...


La peonza luminosa se la pedí a los reyes el año pasado y yo creo que es lo que más me mola de todos mis juguetes. Por eso no se la dejo a nadie. Por ejemplo, la playstation me da más igual, y Lizer y Chabi se vienen muchas tardes a jugar. Pero la peonza, no.

Sara es mi hermana, y es gilipollas, porque lo sabía y ha cogido la peonza sin pedirme permiso. Por eso me voy a esmerar en el castigo. Cojo cinta americana, bolsas de basura y el cuchillo cebollero.

Publicado en Mundo Du como La peonza

El divorcio de mis padres no fue traumático en absoluto, al menos para mí.

Dado que no se ponían de acuerdo sobre mi custodia, decidí por ellos y escogí:


La muchedumbre aclamaba al gran héroe del pandero cuadrao cuando, para asombro de todos, comenzó a llover.


Joaquín construye violines y antes de venderlos encierra en ellos las más temibles criaturas venenosas.

Joaquín odia a los violinistas.

Publicado en Mundo Du como Violines

Si eres, amigo lector, uno de esos extraños seres recatados que no examinan aquello que cagan, reflexiona conociendo mi historia.

Pues sucedió que un día, al realizar mi acostumbrado examen de lo excretado hallé un zapato entre las heces (por lo demás de un color sano).

Alarmado y curioso, escarbé en mi ano con los dedos índice y pulgar y encontré este castillo en el que vivo y donde escribo estas líneas.


La cajita es de madera, pulida y encerada, con un motivo floral tallado a navaja. En ella guardo mechones de pelo, recuerdo de mis triunfos amorosos: pelirrojo, de Alejandra, en clase de octavo; negro, de Susana, en el insti; rubio, de Silvia, un verano en Comarruga; blanco, de la perra de mis tíos, Boira.

Publicado en Mundo Du como Triunfos amorosos

Yo había pedido un elefante mágico tamaño mini, ideal para montarlo, alado y con suaves plumas de colores pastel.

Pero esos malditos reyes magos no me lo trajeron.

Esperé, esperé, un año. Y así, la noche del cinco de enero lancé mi subtigre de bengala semiautomático sobre uno, dos, tres reyes magos.


El trabajo era pesado, tanto que cada día trabajábamos entre un metro y metro y medio más abajo.


Percibimos cambios claros en la marjolina de Vicente en el cambio de estación, de verano al despunte amarillo del otoño. Se había multiplicado por tres su tamaño. Vicente propuso talarla, y ya ves... aquí estamos, de mondongo.


Don Ignacio es el farmacéutico de Algorbe de Montesella y se ríe siempre y con gana de residentes y turistas y es con risa estridente y trucando la báscula y ji ji ja ja y cambiando la báscula de sitio y qué risas.

Tío Tomás dice que don Ignacio es un imbécil.


«Un saxo lo hace sonar cualquiera, pero no como tú.» Ponía en la carta. El paquete le voló las dos manos en pedazos.


El gusano mecánico mata miniaturas de gigante fue un éxito de ventas.

Pero pronto acabó con todas las miniaturas.


Al local venía la gente a que le insultaran, le humillaran, le escupieran y le pegaran. Lucas no había estado nunca, ni sabía de su existencia y sus funciones. Por eso no lo entendió. Se puso violento y hubo que inmovilizarlo partiéndole las piernas.


Santiago, harto de la blancura de su caballo, desmontó y untando sus manos en el barro del camino embadurnó con él a la bestia.

De resultas de ello, un obrero falleció en Alicante.


Me encanta ver llover rostros desde la ventana. Será porque el rostro es el espejo del alma. El problema de las lluvias de rostros es el día después. O se limpia pronto la calle o los rostros se agusanan y la ciudad apesta.

Publicado en Mundo Du como Lluvia de rostros

El caracol era lila, del tamaño de una manzana y dócil y mimoso como un gato. Vivía en la bandeja de embutidos de la nevera. Toda la familia adorábamos al caracol. Mi madre abría la nevera y sonreía al caracol. Mi hermana no quería ir al colegio sin darle un beso. El día que murió el caracol fue un trauma para todos. Mi padre empezó a beber, mi madre pidió el divorcio, mi hermana se enganchó al caballo y yo empecé a escribir.

Documento publicado el 18 de febrero de 2004

Última actualización: 21 de mayo de 2004

URL: http://du.lacalabaza.net/cuadernodesanlorenzo.html