Me encanta ver llover rostros desde la ventana. Será porque el rostro es el espejo del alma. El problema de las lluvias de rostros es el día después. O se limpia pronto la calle o los rostros se agusanan y la ciudad apesta.
Mundo Du es una publicación dedicada a los cuentos breves, al relato sorprendente, al microcuento. Un sitio donde pasar un buen rato leyendo.
Aquí encontrarás microcuentos, relatos surrealistas, absurdos, algún que otro crimen y más, mucho más. Confiamos en poder arrancarte una sonrisa.
Los autores no se hacen responsables de los actos y opiniones de sus personajes. Esto es ficción, puro cuento.
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Esta semana destacamos
Últimos cuentos publicados
Fuego
Él le abordó por la calle y le pidió fuego. Al instante quedó prendado de sus ojos rubios, de su sonrisa carnosa, de su voz grave y redonda. Pero no fumaba y no tenía fuego. Lleva ya seis años fumando y recorriendo la misma manzana, en el sentido de las agujas del reloj y en el contrario, sin parar ni a mear por si acaso. No se lo ha vuelto a cruzar. Tose crocanti, chaston rajado, se enciende otro cigarro y vuelve a girar la esquina. Ya sabes, nunca se sabe.
Las hormiguitas
¿Y si un día caminando por la calle las hormiguitas que siempre van tras de mí te consiguieran de repente husmeando en mi pasado? Ellas seguramente se molestarían, y utilizando su poder de derretir a las personas con barba, te dejarían reducido a cenizas. Pero éstas, claro, son sólo suposiciones, porque ni a mí me siguen hormigas ni tú tienes barba.
La tarta
Busca mayonesa, queso manchego y pimienta, le dijo a su mujer, quien miró a los médicos y enfermeras como buscando una respuesta que le hiciera oler menos tragedia a su alrededor.
Conectado a unos cinco equipos médicos, en medio de la sala de cuidados intensivos, el hombre balbuceaba recetas de cocina sin saber que el concurso no era culinario. Al salir, el médico le dijo a la mujer: Está mejor. Lo vio, ¿habló con él? Y ella, dibujando una sonrisa que no disimulaba su terror, respondió: Sí, me mandó a buscar ingredientes para una tarta de queso.
Rieron. Él con convencimiento. Ella vacilante.
Pero cuando el doctor dio media vuelta, la mujer corrió tras un supermercado.
Regresó triste. Era 25 de diciembre y todo el comercio de la zona permanecía cerrado. Esa noche no habría tarta. Tal vez después.
Tostadas
Las tostadas salieron volando, ajenas a mi hambre y a mi asombro. Saltaron de la tostadora, marchándose acto seguido por la ventana. Yo, embobado con el cuchillo de la mantequilla en la mano, me quedé un rato allí, en la misma posición, como si esperara a que volviesen, o como si Maite me fuera a despertar con su codazo habitual.
Nada de eso pasó.
Maite ya no estaba, las tostadas tampoco. Ambas me dejaron el corazón y el estomago con sentido de desalojo.
Trascendencia
Fue por casualidad que descubrió el verdadero alcance de su poder. Esa mañana, cansado ya de crear para otros tanto mundo fantástico —con extravagantes personajes que al final terminaba odiando por inconsistentes—, sintió la necesidad de cambiar inexcusablemente el sino de su existencia.
Entonces, abrió la ventana y dijo: «deshágase la luz»; y la ciudad quedó a oscuras como en la más común de las noches. «No más ese horrible firmamento y sus malditas estrellas», y todo lo que le rodeaba se desvaneció en el acto para dar paso a la nada... Allí quedó, eternamente complacido de reinventar su suerte.