Le telefoneo para decirle que por fin todo acabó, que al fin la he olvidado, que hoy mismo he escrito un cuentito en el que ella muere y su cadáver huele mal.
Pero no puede atender mi llamada. Con las prisas por coger el teléfono, resbala en la bañera y muere. Tarde o temprano, su cadáver desprenderá mal olor.