Palomas
Desde mi ventana observo cada día los cientos de palomas que se posan en el tejadillo de la estación.
He adquirido la costumbre de insultarlas: me asomo y grito guarras, asquerosas, ratas voladoras, portapiojos, putas, jasdeputa.
Ellas permanecen impasibles.
Me dirijo a la ventana con la boca hinchada, con ganas de vociferar, con rabia. Al mirar hacia la estación veo posados sobre el tejadillo a Espinete, don Pimpón, la gallina Caponata, Epi, Blas, la rana Gustavo y un falso conde Drácula contando hasta ciento tres.
Por un momento pienso que la absenta y los alucinógenos me están jugando una mala pasada, pero enseguida recuerdo que estamos en carnaval.