Quedábamos para romper platos, vasos, jarras, vajilla en general. Hay gente que se droga para matar el estrés, juega al tenis, escala, se deja el sueldo en las máquinas, maltrata a su pareja, sube y baja montañas, vomita, grita, va al terapeuta. Nosotros rompíamos platos. Nunca faltaban, teníamos habitaciones llenas, pasillos, escaleras, trasteros y garajes. Hasta que nos embargaron el centro por un problema de impagos. Desde entonces me drogo, juego al billar, hago barrancos, juego al bingo, maltrato psicológicamente a mi novio y, abiertamente, aunque alguna vez me desquite en casa con un par de platos, soy menos feliz.