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Odio

Mi odio hacia las gaviotas es profundo y sincero. Es natural, por tanto, que enseñara a volar a mi ejército de gatos, que infundiera en mis tropas el mismo odio asesino, que al fin los mininos dominaran los secretos del vuelo y el gavioticidio.

No todo había de ser perfecto: ahora son los gatos quienes cagan sobre nuestras cabezas y nos despiertan chillando al alba.

Mi odio hacia los gatos es profundo y sincero.