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Previsión

Repicaron las campanas. Misteriosa conjunción de un paraguas y una gallina a las puertas de la iglesia. Sermón. Consagró el cura el pan, el vino, impartió la bendición. Concluyó la misa. De pronto, rompió a llover a cántaros y todos los feligreses se empaparon hasta los huesos. Todos, menos uno: la previsora gallina. Desde entonces nadie en el pueblo come –¡ni siquiera se puede nombrar aquí este plato!– huevos pasados por agua.