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Choan Gálvez

Sus cuentos en Mundo Du (página 2 de 6)

Identidad

Luis Ignacio afirma, café en mano, que las opiniones, gustos y maneras de una persona se pueden determinar conociendo tan solo su nombre.

No deja de ser curioso, pues es lo mismo que me aseguró otro Luis Ignacio, café en mano, en otro año, otro bar y otra ciudad.

Ingredientes

Por fin había reunido los ingredientes necesarios para elaborar la pócima crecemanos.

Lástima que no tuviera manos para prepararla.

Reciclaje

En casa de Tato clasifican los residuos para su reciclaje. Hay una bolsa para plásticos, una caja para papeles y cartones, un botecito donde se guardan las pilas gastadas y, por supuesto, un cubo para los restos orgánicos (las botellas vacías tienen su propia habitación).

Lo curioso es que en un rincón de la cocina se puede ver –hay que fijarse– la réplica en miniatura de estos cuatro contenedores.

Los gnomos de Tato también reciclan.

Palomas

Desde mi ventana observo cada día los cientos de palomas que se posan en el tejadillo de la estación.

He adquirido la costumbre de insultarlas: me asomo y grito guarras, asquerosas, ratas voladoras, portapiojos, putas, jasdeputa.

Ellas permanecen impasibles.

Me dirijo a la ventana con la boca hinchada, con ganas de vociferar, con rabia. Al mirar hacia la estación veo posados sobre el tejadillo a Espinete, don Pimpón, la gallina Caponata, Epi, Blas, la rana Gustavo y un falso conde Drácula contando hasta ciento tres.

Por un momento pienso que la absenta y los alucinógenos me están jugando una mala pasada, pero enseguida recuerdo que estamos en carnaval.

El fin

–Las vacas se niegan a dar leche, esto es el fin –manifestó el secretario primero.

–Todavía no. Este cuento acaba de empezar. Y, en lo que a las vacas se refiere, ya han hecho huelga otras veces. Tomémoslo con calma –tranquilizó el ministro.

–En efecto, pero esta vez la cosa va más allá: los cerdos se niegan a morir –intervino el secretario segundo.

–¿Aun desangrándolos? –elevó una ceja el ministro.

–Aun desangrándolos –coro de secretarios.

–¿Aun desangrándolos con saña?

–Aun desangrándolos con saña –nuevo coro de secretarios.

–En tal caso no queda más remedio que admitirlo: esto es el fin.

La saliva de Mario

Dicen que Mario es un tipo callado. Y en cierta manera lo es, pues habla poco y nada con sus semejantes.

Hay una razón para ello.

Mario tiene un proyecto: dotar a cierto semáforo de la cultura general necesaria para participar en cierto concurso televisivo.

Cada noche, Mario baja de su casa con una silla, una lamparita a pilas y media docena de libros y diarios. Se sienta junto al semáforo y repasa con voz clara las noticias del día. A continuación, lee fragmentos destacados de la literatura universal o habla de geografía, arte y personajes célebres.

El semáforo escucha con atención.

¿No es, pues, razonable que Mario escatime saliva en sus relaciones humanas?

Lecturas

Es común que los loros hablen. El mío, Lorenzo, también lee.

Hoy, sin ir más lejos, ha leído para mí todo lo que a la vista había sobre la mesita del salón: Camel, Bombay, Smoking, The Beatles, Abbey Road, Te dejo.

Odio

Mi odio hacia las gaviotas es profundo y sincero. Es natural, por tanto, que enseñara a volar a mi ejército de gatos, que infundiera en mis tropas el mismo odio asesino, que al fin los mininos dominaran los secretos del vuelo y el gavioticidio.

No todo había de ser perfecto: ahora son los gatos quienes cagan sobre nuestras cabezas y nos despiertan chillando al alba.

Mi odio hacia los gatos es profundo y sincero.

Llamada

Le telefoneo para decirle que por fin todo acabó, que al fin la he olvidado, que hoy mismo he escrito un cuentito en el que ella muere y su cadáver huele mal.

Pero no puede atender mi llamada. Con las prisas por coger el teléfono, resbala en la bañera y muere. Tarde o temprano, su cadáver desprenderá mal olor.